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Hice las paces con mi cuñada haciéndola temblar de placer

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Mi cuñada está separada del dorima desde hace unos meses. El flaco la dejó por una pendeja petera que conoció en la oficina, y mi cuñada no para de hablar del tema constantemente. Es por eso que, cuando me dijo de ir a tomar unos mates a la casa para charlar un rato, al toque supe que me iba a tener que fumar la cantinela de siempre. Es por eso que, ni bien llegué, decidí que era hora de darle una alegría a la muy guacha de una buena vez. La puse sobre la cama con toda la delicadeza del mundo para que la conchuda no opusiera resistencia, y ahí nomás le fui abriendo las piernas de par en par, para que estuviera lista para recibir a mi poronga bien dura hasta, hasta el fondo de la argolla.