Descripcion

Y por fin llegó el día en que me empomé a la putita de mi hija e hice que la conchudita no parase de moverse como toda una hembra.

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La atorranta de mi hija es una pendeja adolescente que me viene calentando la pava desde hace un tiempo. Me venía frenando porque después de todo la putita no tiene conciencia de lo que me genera en la bragueta el verla pasar en ropa interior por la casa cada vez que sale de bañarse, o verla en baby doll cuando se levanta de dormir. Esta vuelta no me pude contener un carajo y cuando la vi en tanga, lista para vestirse para ir a bailar con las amigas, entré a su habitación y le dije que había llegado la hora en que su papá le enseñara lo que es sentir una buena poronga bien metida entre las piernas. Es así que, con toda la paciencia del mundo, me cogí a esta putita de pe a pa.