Me cogí con todas las fuerzas a la pendeja trola de mi hermana y no paré hasta llenarle de leche la argolla.

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Fui a bailar con los pibes del barrio y llegué a mi casa detonado. En eso la putita de mi hermana, que estaba despierta a altas horas de la madrugada, no tuvo mejor idea que invadirme el cuarto para jugar con mi pc. Cuando entré y la vi lo más cómoda sobre mi cama, aún cuando le dije mil veces que no la quería ahí, me calenté tanto que no me quedó otra que enseñarle por las malas a hacerme caso. Es así que la agarré bien fuerte de las caderas mientras le iba sacando la ropa y así nomás, me la empecé a empomar tan duro, que la pendeja trola no podía ni respirar lo fuertes que eran los pijazos que le iba metiendo por esa conchita suave y apretada que tiene.